MENTE

🌿 Cuando todo se acelera por dentro: estrés y emociones desde lo profundo

Hay días en los que simplemente no damos más. El cuerpo está en mil, la mente salta de una cosa a otra y el corazón, pobre, late apurado, como si también tuviera que cumplir con una lista de pendientes. Nos sentimos desbordadas, tensas, a punto de llorar por cualquier cosa o completamente desconectadas de lo que sentimos. ¿Te suena?

El estrés no siempre llega haciendo ruido. A veces se cuela de a poco, en la rutina, en las exigencias, en querer estar en todo para todos… menos para nosotras. Pero el cuerpo avisa. Y las emociones también.

Aprender a manejar el estrés no es hacer desaparecer las emociones, es aprender a escucharlas. Es crear ese pequeño espacio entre lo que sentimos y lo que hacemos con eso. Un respiro. Una pausa.

Y en esa pausa, a veces aparece la magia: una respiración profunda que te baja al cuerpo, una caminata sin móvil, una charla honesta contigo misma, o simplemente reconocer: “Hoy estoy cansada, y eso está bien.”

Porque sí, está bien no estar bien. Y también está bien elegir, cada día, un gesto pequeñito que te devuelva a ti. No tiene que ser perfecto ni planificado. Solo tiene que ser verdadero.

El manejo emocional no es una técnica, es un camino de conexión. De recordar que dentro de ti hay una sabiduría suave, intuitiva, femenina… que sabe sostenerte. Solo hay que hacer silencio y dejar que se exprese.

¿Y entonces, cómo lo abordamos?

No se trata de tener todas las respuestas, ni de mantener la calma todo el tiempo. Se trata de recordarte que puedes parar, sentir y darte lo que necesitas. A veces será respirar profundo. A veces será escribir lo que sientes, llorar, bailar o simplemente quedarte en silencio contigo.

También te puede interesar:  Cundo la mente corre y el corazón no puede seguirle el ritmo

Date el permiso de sentir, sin juicio. Honra tu ritmo. Y cuando sientas que todo va muy rápido afuera, vuelve a ti. Respira. Cierra los ojos. Estás aquí. Estás viva. Estás volviendo a ti.

Cada vez que eliges escucharte, estás sanando. Cada vez que te sostienes con amor, estás volviendo al centro. Y desde ahí, todo es más claro, más suave, más tuyo.